Se debe tener sumo cuidado con la ingesta de medicamentos no recetados por un especialista de la salud.

La automedicación se refiere a tomar la decisión de ingerir medicinas por iniciativa propia sin consultar previamente con un profesional de la salud, o sin descartar que el síntoma que se experimenta esté relacionado a una enfermedad específica.

Siempre hay que tener en cuenta que los medicamentos son herramientas que nos ayudan a restaurar la sensación de bienestar y salud de nuestro cuerpo. De hecho, las expectativas de vida de los seres humanos comenzaron a aumentar después del descubrimiento de sustancias como los antibióticos. Pero como todo tiene sus pros y sus contras, los medicamentos impactan diferentes procesos en nuestro organismo y también tienen efectos colaterales. A veces cuando se mezclan unos pueden aumentar o disminuir los efectos esperados de otros que se tomen simultáneamente; hay medicamentos que incluso pueden tener interacciones con alimentos.

“Las personas suelen automedicarse por diversas razones como son: dolores de cabeza, musculares o menstruales, malestar estomacal y señales relacionadas a procesos gripales… todos síntomas inespecíficos que pudieran ser transitorios o encubrir enfermedades graves”, explica la Dra. Maria Bell Viguri, endocrinóloga y diabetóloga internista. “Por ejemplo, los malestares gástricos o intestinales persistentes como la acidez o diarrea pudieran asociarse a síndromes de malabsorción o cáncer del sistema gastrointestinal; calmantes utilizados en altas dosis y de manera persistente para dolores menstruales o musculares pudieran alterar el buen funcionamiento de los riñones”, añade.

Entre los riesgos de la automedicación la especialista cita:

1. La posibilidad de padecer los efectos secundarios asociados a la medicación. Por ejemplo, el uso excesivo de acetaminofén puede afectar la función del hígado.

2. Que, por el uso crónico, la medicación se vuelva inefectiva o se cree resistencia por el uso indiscriminado, como en el caso de los antibióticos, que en nuestro país se pueden comprar sin prescripción médica. Estos últimos, como no requieren indicación y no se toman en dosis y tiempos adecuados, quien los utiliza puede desarrollar resistencia de los microorganismos, y cuando verdaderamente necesita el antibiótico ante una infección, el mismo no es efectivo. Es muy común escuchar a personas que fueron a la farmacia y con dos tabletas de ampicilina de 500 miligramos se trataron síntomas gripales iniciales, o el dolor de una pieza dental.

3. Otro riesgo sería que se dilate el diagnóstico de procesos de enfermedad graves y que, de ser descubiertos temprano, pudiera evitarse, desde la merma en la calidad de vida del paciente hasta hospitalizaciones, tratamientos agresivos y pérdida de la vida.

4. Puede ocurrir también que el paciente desarrolle depencia a ciertas sustancias o hasta adicciones.

5. Si la persona decide automedicarse siguiendo el consejo de alguien a quien le fue efectiva una determinada medicación, sea un vecino o amigo, como las características de los enfermos son diferentes y por eso hay diferentes opciones medicamentosas, lo que le sirve a uno, no necesariamente le va a otro, incluso pudiera poner su vida en peligro. Por ejemplo, un paciente diabético encuentra que su medicación no le es efectiva y decide probar la que usa un amigo, si esta última resulta reducir demasiado el nivel de azúcar en sangre, a un grado que no es necesario, el paciente podría experimentar una baja de azúcar sanguínea que le haga necesario hasta acudir a una Emergencia.

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