En casos particulares, la administración de medicamentos puede traer consigo efectos no deseados. Ante esta realidad, la farmacovigilancia juega un rol fundamental para su control.

¿Alguna una vez tuviste una complicación de salud, necesitaste de medicación para recuperar tu bienestar y luego desarrollaste una Reacción Adversa a Medicamentos (RAM)? Según la Organización Mundial de la Salud, se trata una “reacción nociva y no deseada que se presenta tras la administración de un medicamento, a dosis utilizadas habitualmente en la especie humana, para prevenir, diagnosticar o tratar una enfermedad, o para modificar cualquier función biológica”.

Probablemente empezó un prurito luego del consumo del medicamento, quizá un gran dolor de cabeza o cualquier otra condición no documentada como esperada; imposibilitó realizar tus actividades normales y no supiste cómo actuar para reportarlo.

Es importante saber que existe una ciencia enfocada al estudio, detección, comprensión, evaluación y prevención de los problemas relacionados al uso de medicamentos: la farmacovigilancia, una aliada importante a la hora de garantizar la seguridad de los pacientes.

Contribuir a la vigilancia de las RAM tiene una marcada importancia por el gran impacto socioeconómico que sugieren.

Según datos epidemiológicos de la publicación Uppsala Monitoring Centre, anualmente, 2,2 millones de pacientes sufren una RAM grave; más del 20% del presupuesto de salud es empleado en complicaciones producidas por fármacos, y las RAM resultan en más de 770.000 lesiones y muertes cada año, y costos de hasta 56.000.000 de dólares por hospital.  De ahí la importancia de que se desarrollen los procedimientos necesarios para que la farmacovigilancia sea conocida y ejercida por los profesionales de la salud mediante la notificación, con auxilio de herramientas importantes para el proceso como el Formulario Nacional de Notificación de Sospechas RAM, en su versión física y en línea.

“La notificación es un compromiso de todos, incluyendo a los ciudadanos que consumen los medicamentos, y sugiere una responsabilidad que actualmente cuenta con una resolución que
respalda a la farmacovigilancia y corresponde a la 000017 del Ministerio de Salud Pública”, explica el medico epidemiólogo Adrián Puello.

Para el galeno, el proceso de la farmacovigilancia se manifiesta como un conjunto de actividades que de manera sistemática busca obtener un resultado enfocando a los medicamentos, no a las personas, y es justo eso lo que le da la característica de no punitivo, por lo que, si alguna vez temiste a notificar, ahora sabes que es un derecho y un deber que no debe tener represivas, por su otra característica independiente.

Actualmente se realizan talleres de capacitaciones respecto a los conceptos básicos de la ciencia, con el fin de contribuir a la educación continua. Se ha acogido también la implementación de rondas de farmacovigilancia, que además de ser una actividad de acopio de datos y notificación, brinda apoyo a las diversas áreas involucradas dentro del ambiente hospitalario.

Siendo el primer paso la observación, Puello detalla que el proceso de farmacovigilancia consta de:

  1. Notificación de la sospecha RAM (realizada por cualquier individuo)
  2. Evaluación y codificación (realizada por personal entrenado)
  3. Alertas
  4. Encuestas
  5. Respuestas, que contribuyen a la mejora del nivel de salud pública

Ante esta realidad se sugiere la integración de actitudes afines a la farmacovigilancia, aportando así a la mejora de nuestro sistema de salud, promoviendo la participación de todos los relacionados con los medicamentos…. ¡Notifícalo! La farmacovigilancia es un compromiso de todos.

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