Autorregulación farmacéutica

Resulta oportuno establecer criterios y normas de conducta que garanticen la confianza y credibilidad en la promoción de los medicamentos y las interrelaciones de la industria farmacéutica.

Si algo debe garantizar la industria farmacéutica a nivel local e internacional, es la promoción de medicamentos bajo los más estrictos principios éticos de profesionalidad y responsabilidad. Y es que, en la industria farmacéutica, solo con comportamientos responsables se asegura la sostenibilidad de proyectos empresariales y se gana la confianza de la sociedad, en un sector, además, especialmente sensible por su contribución a la salud de los ciudadanos y su ámbito de actuación. De ahí que, el sistema de autorregulación de las compañías farmacéuticas debe sustentarse sobre cinco principios fundamentales: Legalidad Responsabilidad Compromiso Transparencia   Prevención.

La autorregulación responde por lo tanto a una reflexión interna de la industria (compromiso con comportamientos éticos y responsables para garantizar la sostenibilidad de las compañías y ganar la confianza de la sociedad) y muestra la capacidad de la industria para atender las demandas externas de una sociedad moderna en constante evolución en materia de transparencia (publicación de relaciones y actividades desarrolladas con otros agentes del sector).

“Estados Unidos fue el primer país que contó con códigos de ética farmacéutica, siendo el Colegio de Farmacéuticos de Filadelfia el primero que redactó uno en 1848.”

Ante este panorama, resulta oportuno que los miembros de este sector promuevan en la República Dominicana la institucionalización formal de un código de buenas prácticas, así como lo han hecho otros países del Primer Mundo. Su debida implementación conllevaría:

  • Proteger y mejorar la salud pública.
  • Garantizar que la información proporcionada en el marco de la promoción de los medicamentos es completa, inmediata y veraz.
  • Hacer un uso racional de los medicamentos.
  • Potenciar la confianza en la industria farmacéutica.

Huella internacional

Con el objetivo de lograr una mayor transparencia en todas las transacciones y una rendición de cuentas más efectiva, en el contexto global hay una tendencia dinámica y creciente a adoptar medidas de autocontrol, que responde a una exigencia social para que las empresas promuevan conductas éticas y practiquen la responsabilidad social. Un claro ejemplo ha sido la batalla COVID-19 en la que se han envuelto las grandes multinacionales, quienes han tenido que cumplir estrictas normas y procedimientos donde prevalezca en todo momento la integridad y salud de los pacientes.

A las acciones promovidas por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Médica Mundial en cuanto a normar su interacción con las empresas de salud, inclusive las farmacéuticas, se ha sumado la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas. Y es que esta herramienta proporciona los estándares éticos mínimos mediante los cuales deben conducirse las actividades de las compañías farmacéuticas, sus relaciones con el personal de salud y pacientes, a propósito de la comercialización y educación relacionada al uso de productos farmacéuticos.

“Un código de ética garantiza que la conducta de los laboratorios resulte, sobre todo, profesional y responsable, y establece un adecuado equilibrio entre las necesidades de los pacientes, los profesionales sanitarios y el público en general.”

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